sábado, 29 de enero de 2011

Psicología de la seducción

Seducir es atraer el apoyo automático de la gente. Al seducir colmamos el pensamiento del otro, laureamos su forma de ser, conseguimos prendar su mente, hipotecamos su imaginación, logramos que nos recuerde cuando ya no estamos presentes físicamente.
En este punto yace el magnetismo fundamental y el infalible método para obtener apego: su alejamiento precipitaría el desvanecimiento de la imagen idílica de nosotros mismos. Los seductores juegan constantemente con el sentimiento de posesión y pérdida.
En cuanto el seductor logra instalar su monarquía en el pensamiento del otro, comienzan los delicados trámites del castigo: alterna momentos de sintonía total con otros de frialdad, inyectando en el destinatario el pánico a la pérdida y, con ello, garantizándose su apego psicológico.
Pero como ocurre siempre en materia de seducción, en cuanto el fichaje queda adherido a la tela que tan sugestivamente ha tejido la araña, entonces esa misma araña encuentra muy latoso tenerse que ocupar del intruso; piensa que el peso y el volumen del nuevo inquilino están arruinando el equilibrio y la armonía de su tela, además de poner en peligro su apertura a otras posibles relaciones.


Seducimos no sólo a quien se deja, sino fundamentalmente a quien nos interesa; es decir, a aquel o aquella que podría nutrir nuestro flanco psicológico más débil  al mismo tiempo padezca carencias que nosotros podamos suplir. Es un trueque delicado, un juego psicológico al mismo tiempo gozoso y agotador.




~> Psicología de la seducción - Alejandra Vallejo-Nágera (Muy recomendable).

miércoles, 26 de enero de 2011

Sentimientos etílicos.

Me quería pero no quería quererme.
No podía evitarlo, conflicto diario, un "yo" débil.
Bajo el sol su "superyo" lo alejaba de mí para desatar al anochecer todas sus pasiones.
Dueña de su "ello" sin limitaciones.
Lo amaba, yo sí, con todo mi ser, mi yo fuerte pero tímido. Éramos tan, tan uno.
Muchos años han pasado, recuerdo los hechos, sus gestos, su cuerpo desnudo, mi lunar favorito de su piel... Pero las emociones se me resisten...
¿A qué sabían sus besos?
¿Cómo se desvanecían los días sin su presencia?
¿Cómo era su olor, el color de mi felicidad?
¿Quién era yo?

martes, 25 de enero de 2011

Pasaporte.

No me gustan las cosas de la vida que vienen impuestas.
No me gustan los nombres, los bautizos, el color de pelo y de ojos, el sexo (entiéndase como género) ni por supuesto me gustan las nacionalidades. 



Un tinte, un pasaporte, una ideología son armas de cambio sujetas a nuestra libre elección.




"Déjame atravesar el viento sin documentos"