domingo, 26 de diciembre de 2010

Diario de una enfermedad

  • 1. Movimientos


Tenemos la capacidad de resumir en un movimiento todo un estado de ánimo, toda una época, todo un sentimiento.
Te cojo la mano, dejas la tuya inmovil, como si no me sintieras.
 ¿Me sientes?
Me dispongo a apartarme, a soltarte.
No me dejas, me coges, escondes mis dedos entre los tuyos, con fuerza, con la poca que te queda.
 Te aferras a mí.
Un movimiento que lo resume todo.
Años, muchos años estando sin estar.
 ¿Cuándo fue la última vez que hablaste, que andaste, que reiste?
La vida estaba ahí para ti pero no te enganchaste a ella.
Sin embargo ahora, en estos momentos, cuando la vida se va, saltas, alcanzas en último cabo de esta cuerda que cada vez es más corta, reunes el esfuerzo del que no hiciste uso durante estos años y aguantas, te aferras a ella, como lo hace tu mano a mí en estos momentos.

No me sueltes.
No te sueltes.
No lo hagas.

Quizá, simplemente sea que estás cansado de vivir pero nunca se está lo suficiente como para dejarse ir.



  • 2. Ordenadores


A la hora de dormir el cuerpo se comporta como un ordenador al que hay que mantener en buen estado.
Antes de apagarlo hay que seguir una serie de pasos; primero nos despedimos de nuestros contactos, cerramos los programas que estaban siendo utilizados, desconectamos internet y al fin, nos disponemos a apagarlo, aunque esto también lleva su tiempo.
Este ritual lo llevamos a cabo las personas que usamos nuestro cuerpo y nuestro ordenador diariamente, se han convertido en acciones naturales, impulsivas pero sólo cuando llega el día de apagar el ordenador para siempre, de saber que no volverá a encenderse, cuando llega la hora de morir, entonces tomamos conciencia de todos esos pasos seguidos diariamente y los alargamos lo máximo  que nos es permitido. Algo lógico, ya que ¿a quién le gusta separarse de su objeto de ocio y distracción, a quién no le da miedo no volver a ser encendido?

Ha llegado su hora, va a ser apagado sin marcha atrás, él lo sabe y por esa razón alarga y realiza cuidadosamente todos los movimientos previos: se está despidiendo de sus contactos, de nosotros, de su familia, nos mira, nos busca, nos pide ayuda con la mirada (quizá corresponda a alguna de esas actualizaciones de última hora que te dicen: “por favor no apague ni desconecte el ordenador hasta que la actualización no se haya realizado con éxito”),
su disco duro fue vaciándose a lo largo de los últimos años y con el tiempo su capacidad de almacenamiento de datos se ha quedado obsoleta, ya le quedan muy pocos programas por cerrar, pero igualmente lo está haciendo muy despacio, sabiendo que tiene que aguantar por si quedará alguna posibilidad más, por si llegara un avance para su sistema operativo, pero en el fondo todos sabemos que no es así, que no va a llegar a tiempo, él también lo sabe y está cansado.
Pronto le tocará desconectar el internet, puede que ya lo haya hecho, pero prefiero pensar que no es así, no todavía. Se alejará del mundo exterior, a él no accederá la información internacional, ni si quiera la local. Sí, definitivamente, ya lo ha hecho.
Pero… ¿para qué sirve hoy en día un ordenador sin internet? Para muy poco, quizá solamente para jugar al solitario, nombre perfecto para este penúltimo paso.
Sin embargo, aunque no sirviera para nada, todos preferimos tener un ordenador sin internet a no tener nada, ¿verdad? Yo también, no me importa el estado, pero quiero mi ordenador, lo necesito, te necesito a ti, abuelo.


  • 3. Abuelo
Regalaste vida.
Una vez leí que hay sentimientos imposibles de plasmar con palabras, sentimientos que desbordan el alma, que te hacen sentirlo todo con más intensidad.
Me siento impotente por esto, lloro con una sonrisa sin poder encontrar el término exacto que describa cuanto y de qué manera te quiero, te agradezco y te necesito.
Lo has sido todo, nuestro inicio, nuestra génesis, nuestra raíz.
Has ganado a la muerte, que no te digan lo contrario, tú te has ido pero dejas trece personas viviendo gracias a ti, gracias a tu fuerza, a tu voluntad, a tu sudor, a tu amor.
Vivimos, sufrimos, queremos, lloramos, aprendemos, disfrutamos, ansiamos, tenemos, damos gracias por ti.
A ti.
No dejes de mandarme fuerza para llegar a ser la mitad de lo que fuiste tú mientras tanto yo… seguiré sin perdonar a la muerte enamorada, a la vida desatenta.

Nadie se va sin dejar una huella, ningún árbol se seca sin dejar la esencia en sus frutos.

2 comentarios:

  1. Me encanta, ya lo sabes, es como una Elegía.

    "Tu corazón, ya terciopelo ajado,
    llama a un campo de almendras espumosas
    mi avariciosa voz de enamorado.

    A las aladas almas de las rosas...
    de almendro de nata te requiero,
    que tenemos que hablar de muchas cosas,
    compañero del alma, compañero."

    PD: me gusta mucho este cambio en el blog, es la foto de Barcelona la que tienes no? :D

    ResponderEliminar
  2. Sí, es Barcelona, la necesitaba, si no hay rastro de BCN ni de Ariel es como si no fuese mío

    ResponderEliminar